LOS TRES REYES MAGOS Y EL OVNI DE BELÉN
Las iglesias han manipulado la historia de la estrella. |
El ovni de Belén
La estrella que guió a los Reyes Magos sólo pudo ser un
objeto controlado inteligentemente.
La mayor parte de los cristianos que conservan
la íntima y saludable costumbre de montar el belén o el nacimiento, como se
dice en Andalucía, suele colocar en lo alto, siempre por delante de los Magos,
una estrella lo más reluciente posible, generalmente provista de una larga cola
o cabellera. Y todo el mundo acepta, sin más, que fue eso -una estrella- lo que
guió a los Reyes de Oriente hasta el portal de Belén. Desde niño me pregunté:
¿Cómo una estrella tal y como las conocemos, puede aparecer sobre las cabezas
de aquellos sacerdotes o astrólogos y guiar a la caravana durante tantos días?
Algo, efectivamente, no encajaba en mi mente infantil. Fue en 1983 cuando,
obsesionado por aquella idea, publiqué un libro titulado El ovni de
Belén. Desde entonces estoy convencido que, si existió dicha estrella, sólo
pudo ser un objeto volante no identificado tal y como hoy
lo entendemos. Pero vayamos por partes. ¿Por qué digo que la luz descrita por
Mateo sólo pudo ser un ovni?
Para los teólogos, hoy, la estrella de Belén no fue otra
cosa que una bella leyenda oriental, con detalles pintorescos -dicen- que viene
a reforzar una enseñanza teológica. Sirva como ejemplo la idea de Mackenzie
quien, en su Comentario a San Mateo, insinúa abiertamente
que dicho texto debe ser tomado como un "simbolismo de la regia
mesianidad". Y me pregunto: si un fenómeno choca con la razón o con la
lógica, ¿significa que ha sido inventado? Por esta misma regla de tres, los
teólogos tendrían que rechazar la multiplicación de los panes y los peces o la
resurrección del Maestro...
El viaje, desde la región de Ur, se prolongaba como mínimo tres meses. |
A la miopía de teólogos y exégetas
vino a sumarse también la de algunos astrónomos. Durante un tiempo -basándose
en las ideas de Orígenes-, la estrella fue explicada con la hipótesis de un
cometa. En realidad, la versión de Orígenes fue también manipulada. Las
palabras del sabio de Alejandría, nacido en el año 185 después de de Cristo,
fueron éstas: "... Soy de la opinión de que la estrella de Oriente fue una
estrella distinta, que no tenía nada que ver con las que se nos muestran en la
bóveda celeste. Seguramente pertenecía a esa clase de astros que, de tiempo en
tiempo, acostumbra a aparecer en el cielo, y que los griegos -que suelen
diferenciarlos dándoles nombres que hacen referencia a su configuración-
denominan con el nombre de viguetas ígneas, luces de cola, toneles y muchos
otros". Como resulta fácil de comprobar, Orígenes hace mención de
"luces con cola" (¿cometas?), pero también menciona otros fenómenos
luminosos bien conocidos hoy en Ufología.
La astronomía moderna. Años después, en
1603, Kepler aportaba otra teoría astronómica. Una hipótesis que sigue en
vigor. El 17 de diciembre de ese año, el famoso astrónomo se hallaba junto al
río Moldava, en Praga. Esa noche, Júpiter y Saturno se encontraban muy próximos
entre sí. Kepler estudió la conjunción de ambos planetas y, basándose en el
relato del rabino Abrabanel, dedujo que aquélla era la señal que guió a los
Magos hasta Belén. Kepler tenía razón, a medias. Los actuales cálculos
astronómicos han demostrado que en el año "menos siete, en efecto, se
registró una triple conjunción o aproximación de Júpiter y Saturno. La primera,
el 29 de mayo. Y fue visible durante dos horas. La segunda, el 3 de octubre, y
también en la constelación de los Peces. La última, el 4 de diciembre. Lo que
no consideró Kepler es que Jesús no nació en diciembre, sino en verano, como es
fácil comprobar. En consecuencia, de las tres conjunciones registradas, sólo la
primera -la del 29 de mayo- encajaría en la hipótesis de Kepler y de los
astrónomos modernos. Pero esa intensa aproximación de Júpiter y Saturno sólo
duró dos horas. Y me pregunto: si el viaje de los Magos desde Ur de Caldea
hasta Jerusalén podía tener una duración aproximada de tres meses, ¿cómo
llegaron? Y otro "detalle" más que significativo; si los viajes en
aquel tiempo se llevaban a cabo habitualmente de día, ¿cómo fueron guiados por
una conjunción planetaria, sólo visible durante la noche? En suma: las
explicaciones defendidas por teólogos y astrónomos no resisten un análisis
científico. En el supuesto de un cometa, al ingresar en la atmósfera, el núcleo
de hielo se habría desintegrado y habría formado una lluvia meteórica. ¿De qué
podemos hablar? ¿Quizá de un meteorito? Los expertos saben que esta
probabilidad es inviable; ninguna roca espacial desarrolla un vuelo horizontal
en su ingreso en la atmósfera. Obviamente, al entrar en contacto con las capas
superiores de la referida atmósfera, la piedra se incendia y se consume en
cuestión de segundos. Son las estrellas fugaces, tan frecuentes en las noches
estivales. Naturalmente, si se tratase de un asteroide (una roca sideral de
mayor tamaño), las consecuencias de su choque con el planeta habrían sido
dramáticas.
Los teólogos creen que la estrella fue una leyenda. |
Por simple eliminación, si la estrella de Belén existió -y
estoy convencido de ello-, sólo pudo tratarse de un objeto
brillante, capaz de guiar a una caravana a lo largo de mil trescientos
kilómetros y, consecuentemente, tripulado inteligentemente. Lo que hoy muchos
llaman ovni. .
Fotos: IVAN BENÍTEZ